Diseñar un cachalote es más o menos como diseñar un pepino. No hay de donde agarrarse. Es una forma alargada donde apenas destacan unas aletas pectorales no muy grandes, una boca que parece imposible y la cola en el otro extremo.
Mirando más atentamente hay un esbozo de aleta dorsal, pero sospecho que no sea más que un engrosamiento de la piel en esa zona.
Entonces la gran Moby Dick no es gran cosa como sujeto de diseño origámico.
Googleando imágenes de "sperm whale" se obtienen notariamente más resultados que con "cachalote"
Uno de ellos me llamó la atención lo suficiente como para intentar una versión.
El artista debe embutir un cachalote en una moneda, así que no tiene otra opción que forzar a la ballena a una flexión extrema que termina resultando bastante graciosa.
En fin....
¿Moraleja?
Bueno... seguramente tiene que ver con qué es lo que vemos en un sujeto para convertirlo en el objeto del deseo artístico.
Es bueno apartarse de los objetos del deseo universal, los Marilines del origami como los pavoreales y elefantes.
El otro detalle es menos obvio y es que cada sujeto tiene su representación universal, esa que pertenece al inconciente colectivo, el lugar común, esa pose y forma que nos gatilla el inmediato reconocimiento de los que estamos viendo.
Paradójicamente la representación más realista no siempre coincide con la representación más común.
Un ejemplo clásico: las patas de un elefante son representadas caricaturescamente cortas y gruesas comparadas con la realidad. Tanto es así que una representación con las patas del largo correcto problablemente resulta menos reconocible que una sin patas.
Y finalmente se llega a lo que importa: ¿como quiero representar al sujeto?
Se dice que en el origami la perfección (o por lo menos la corrección) anátomica es una exigencia occidental. En principio yo la dejaría para los naturalistas que viajaban con los exploradores de tierras remotas o incluso para los fotógrafos.
La representación realista no es otra cosa que un alarde de virtuosismo técnico pero desgraciadamente sin ningún valor artístico. Aunque en este punto parecemos estar todos de acuerdo llegado el momento de valorar una obra nos encontramos siempre pidiendo el realismo.
La otra forma de representación en tentadora como el diablo en persona: es de la que hablaba antes, aquella que todos conocemos, las que nos hace sentir bien seguros que se trata de "ese" animal y no otro, la de Disney, Spielberg o cualquier otro representólogo universalizante y aliado de la globalización.
La tercera forma es todo el resto, el campo virgen, la originalidad, la expresión personal, la que da un poco más de trabajo y no siempre se entiende a primera vista.
Y claro... uno siempre intenta acercarse más a este forma...
Pero como dicen... "mejor ser rico y sano que pobre y enfermo"
jueves, diciembre 08, 2005
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3 comentarios:
ja!...
muy bueno
Bueno: eso de que el perfeccionismo técnico y la representación exacta de la figura no tiene valor artístico es según y cómo. Depende de cada caso. En el fondo es la vieja discusión sobre el valor artístico del hiperrealismo, que creo que es lo que estás criticando. Vamos, que Antonio López no tiene valor artístico.
Gracias por el comentario!
Lo que estoy desvalorizando aquí en la representación totalmente anatómica, enciclopédica y fotográfica de un sujeto. Es decir, para verlo taaaaan real mejor tomar una foto, para que gastarse en hacerlo de papel excepto que el punto sea probar la excelencia en la técnica.
En el caso del hiperrealismo, justamente el valor artístico está en esa cuota de "realismo" extra, que es lo que se desvía de la realidad y es agregado por el artista.
El perfeccionismo técnico me encanta siempre que esté al servicio de la intención del artista.
Porque para ser arte tiene que tener una intención de algo más allá de lo puramente representativo. El artista debe dar "SU" visión de lo que está representando.
Esto es más o menos lo que quiero decir con esa frase.
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