lunes, febrero 16, 2009

GARZA MORA

La Garza, un sujeto aparentemente tan simple de diseñar en origami, incluso si la queremos hacer bastante realista: tres puntas largas y flacas para el cuello y las patas, una corta para la cola, agregar dedos, un copete, y ya. Bastante esquemático.
Sin embargo cuando se trata de encajar todos los elementos en un cuadrado las cuentas no dan, los dedos molestan, quedan cortos, los injertos engosan el cuello y si los cambiamos de lugar, entonces engrosan las patas. Las divisiones de puntas acortan mucho si queremos dedos largos como en la realidad, el copete no hay de donde sacarlo limpiamente y el cuerpo no queda suficientemente pesado.
En fin, como siempre en ese conflicto eterno entre la base y la terminación plegué esta Garza que apenas si roza el nivel mínimo al que me había propuesto llegar, de la majestuosidad sobrecogedora que se siente mirando el ave real.
La idea básica es muy simple, la misma que ya he usado antes para aves como el Secretario, pero en este caso tuve que llevarla más lejos, pedirle mucho papel prestado al cuerpo para llegar al largo requerido de las piernas y el cuello y un par de trucos más para que el modelo pudiera salir a la luz.
Existen pocos ejemplos de referencia para una Garza posada y con dedos, se me ocurre la de Don Oscar Rojas, la de Lang y otra de Daniel Robinson.
Cuatro versiones del mismo animal que sin embargo se parecen muy poco entre sí. Uno le da más importancia al copete, otro al cuello, uno a la pose y otro a la ingeniería de todo el asunto.
Allí es talvez cuando el origami es más arte que nunca, cuando uno se da cuenta que es tan complejo y variado que nos permite expresar esas diferencias individuales, aunque una garza, en apariencia, siempre sea una garza.